“Una Nueva Babilonia donde se construye bajo una cubierta, con la ayuda de la ayuda de algunos elementos móviles, una morada común, una vivienda temporal, remodelada constantemente: un territorio para nómadas a escala planetaria”
Constant, La Nueva Babilonia, Barcelona: Gustavo Gili, 2009. p.

Texto: Matías Hermosilla

Es difícil reedificar una ciudad que ya se encuentra construida y es tan complejo como esto construir sonidos donde existe una escala conocida y una tradición que se ha respetado y honrado con los años. En este símil, se encuentran el artista y arquitecto Constant y el músico Sebastián Castro, ambos se aventuran a reconstruir ciudades, sonidos y sensaciones en un espacio en el que parece estar todo definido, pavimentado y decidido. Ambos deciden entregarse al juego de perderse uno en la imagen y el otro en el sonido.

 

Para quienes conocemos el trabajo de Sebastián Castro, este disco es el destino manifiesto de su búsqueda implacable por constituir un sonido nuevo, una aventura imparable y una carrera a base de esfuerzo. Desde su partida de Curicó a Santiago, su entrada al mundo clásico en la Universidad de Chile y su pronta incorporación al mundo del Jazz, Castro ha sido un forastero a lo largo de su vida, buscando y experimentando el placer de perderse sin destino aparente. Su experiencia profesional, no está en cuestión en la escena chilena. Ha tocado con los más respetados jazzistas chilenos desde Cristián Cuturrufo a Jorge Díaz, que lo han llevado a ser destacado en su medio y generación que comparte con músicos como Sebastián Jordan o Rodrigo Recabarren. Y además de recientes colaboraciones como la gira que compartió con el músico polaco Rafal Sarnecki por Chile.

 

Su inquietud compositiva le llevó a grabar Vieja Escuela (2016), donde se refleja todo su conocimiento de las formas compositivas del jazz clásico haciendo un claro y sentido homenaje a sus raíces e influencias con composiciones propias jugando desde su rol en el piano a ser un “arquitecto musical”. Pero el viaje de Sebastián no estaba completo y con su compañera de vida Victoria decidieron partir a aventurarse no sólo físicamente sino en los terrenos musicales. Y es en ese sentimiento de extravío que surge Forastero (2018), marcando en sus sonoridades esa sensación esa incertidumbre de ser un forastero constante en la vida con la ansiedad que pronto le deparará el cruzar el atlántico.

 

En Forastero se nota que cada experiencia que el “arquitecto” ha tenido y lo ha marcado para edificar sonidos y ciudades nuevas buscando desarrollar algo que ha sido la obsesión por encontrar una identidad sonora, la que ha ido desarrollando marcado por sus intensas aventuras musicales de cada año. El disco abre con una Fuga haciendo resplandecer lo que su formación clásica lo sigue cargando como cada experiencia que suma en su constante extranjerismo socio-musical, experiencia que también se nos recuerda en su pequeño tributo a Frédéric Chopin en A lo Chopin. Pero una de las características más claras de Forastero es que se encuentra cargado a la improvisación: canciones extensas y pobladas de enorme gama policromática de pequeñas sutilezas que le dan forma a ese cuerpo interesante de canciones como Danza Sativa, Casi Swing, Viluco o Forastero. Cada canción de este disco tiene un mensaje, una carga estilística y biográfica que está ubicada justo donde debería estar para retratar ese viaje de la vida, aquella, que aunque azarosa ha hecho cuajar cada pieza en el lugar que arma el rompecabezas de la vida forastera de Sebastián y su música.

 

Forastero en Santiago es como La Nueva Babilonia sobre París, un laberinto nuevo sobre una ciudad que ya tiene su historia. Una propuesta a viajar, a jugar y disfrutar el vértigo de sentirse perdido entre los sonidos clásicos y la interpretación libre del jazz contemporáneo. Hay que dejar atrás el miedo a perderse y sumergirse en la emoción de las notas extraviadas que con gran talento entrega Sebastián Castro, quién nos deja con la ansiedad de escuchar qué sonidos nuevos traerán sus próximos destinos y aventuras aquellos que de seguro seguirán sumando al forastero proyecto de vida del “arquitecto” curicano.

CANCIONES:

MÚSICOS:
Sebastián Castro (Piano)
Hugo Rojas (Bajo)
Juan Pablo Jaramillo (Batería)
Sebastián Prado (Guitarra – en tracks 6, 7, 8 y 9)

SELLO: Discos Pendiente
AÑO: 2018
PAÍS: Chile
DURACIÓN: 75:17
GRABADO POR: Andrés Pollak. Mezcla y Master Carlos Fernández en Estudio Nacional, Santiago Chile.
Producido por Sebastián Castro.