El thrash metal demolió Blondie

 

Violento, desordenado y con rabia. Esas fueron la expectativas para el show que At War, Hirax y Exodus brindarían en Blondie. Uno debutando a lo ganador, otro regresando después de diez años y demostrando la calidad innata de la vieja escuela y el último, demostrando porqué –tal como otras bandas- es considerada parte de la parrilla tradicional del thrash en Chile: en síntesis, Exodus es, prácticamente, de la casa.

 

Sábado 7 de Septiembre del 2019
Blondie – Santiago

 

Sobernot

El show de apertura estuvo a cargo de los nacionales Sobernot. La solidez y el talento son dos cosas de las que los locales saben, y mucho. Ante un aceptable marco de público, los muchachos mostraron buena parte de su trabajo obteniendo una gran recepción y más de un ¡AURT! grito de guerra tradicional de la banda para sus tocatas.

El grueso del público, lógicamente, iba a ver a Exodus. Pero se lograron ver en más de una ocasión varias camisetas de Sobernot, demostrando así que el soporte y aguante que tienen los fans chilenos por aquella banda, es totalmente en serio. Con una propuesta aplastante y en poco más de media hora, los músicos pusieron fin a una presentación que, a esas alturas, ya iba con la marcha en cuarta, dejando el ambiente más que motivado para la siguiente presentación.

 

At War

Tras una breve prueba de sonido, fue el turno del debut en tierras locales para At War. Con un show centrado en cortes antiguos (lógico, si gran parte de su material se lanzó antes de los 90) los primeros moshpit de la tarde no tardaron en armarse. Con una apuesta aguerrida, los gringos lograron ganarse fácilmente a la fanaticada chilena que siempre disfruta de bandas del estilo.

 

Cortes como ‘Samper Fi’ o ‘The Hammer’ (cover a los tremendos de Motörhead) prendieron más aún el ambiente, elevando la temperatura del recinto considerablemente. Dando las gracias en más de una ocasión, los longevos thrashers se dieron el lujo de continuar avasallando todo a su paso, poniendo cierre a su presentación con ‘At War’ corte que también da nombre a la banda.

 

Hirax

Pasadas las ocho, llegaría el momento del esperado retorno de Hirax tras casi diez años sin pisar Chile. Katon hizo realmente explotar el recinto con su imponente presencia sobre el escenario. Partiendo con ‘100.000 Strong’, La Blondie no hizo más que rendirse a la bravura de la vieja escuela del thrash.

 

Con cortes como ‘Lightning Thunder’ o ‘Blind Faith’, el mexicano Mike Vega desplegó toda su potencia en los tarros. Lo mismo los hermanos Lance y Steve Harrison en guitarra y bajo respectivamente. Las cervezas y las zapatillas se transformaron en parte esencial del show de Hirax, puesto que estas comenzaron a volar por sobre las cabezas de los asistentes en incontables oportunidades de crowd surfing por doquier.

 

Katon no tuvo problema en invitar a los bangers a pasar por sobre el público y llegar hasta el escenario. Incluso se dio el trabajo de recibirlos sobre este y volver a arrojarlos al incontrolable mosh. Un show más que redondo que, honestamente no da para teloneo. De seguro los fans, y la banda principal misma lo sintieron así, viendo en Hirax un partner perfecto para dar puntapié a un evento de tal magnitud. ‘El Diablo Negro’ y ‘Bombs of Death’ fueron el punto cúlmine para dejar a los acérrimos thrashers con las revoluciones a mil y con la sed más que viva.

 

Exodus

Así llegó el turno del plato de fondo. La pasada visita de los californianos estuvo marcada por la ausencia de Gary Holt, quien fue reemplazado por Kragen Lum, guitarra de Heathen. Por ello, esta visita con Holt en las cuerdas marcó la diferencia desde un principio. Cerca de las 21:45 hrsTom Hunting da inicio en los tarros para devastar todo a su paso con ‘Bonded By Blood’, para continuar con Exodus, ‘Blood In Blood Out’ y ‘And Then There Were None’, donde un sujeto dentro del mosh tuvo la osadía de prender una bengala. Así, los californianos centrarían la primera parte del set en cortes del disco más laureado.

 

Desbordando brutalidad, el encargado de las voces, Zetro Souza invitó a los fans a desatar toda la furia en el circle pit. Y era que no, si a esas alturas la centrífuga humana no dejaba de parar desde hace casi tres horas. Así llegó el turno de ‘Iconoclasm’ y ‘Fabulous Disaster’, cortes que provocaron la expansión del remolino de carne al doble.

 

Antes de toda clásica bestialidad, Exodus se dio el tiempo de repasar buena parte de sus éxitos con ‘Bloody Harvest’, ‘Deathamphetamine’ y ‘Blacklist’, cortes para darse el tiempo de
bailarlos al ritmo del thrash. Suena raro, pero sí. El “baile” del thrash es algo similar al skanking del Ska, y con dichos temas la cosa daba para tal.

 

Hora de los clásicos más bestiales: ‘A Lesson In Violence’ y ‘War is My Sheperd’ fueron de lo más vitoreado de la noche, tal cual con ‘The Toxic Waltz’. Así llegó el momento del que probablemente fuera el corte más esperado de la noche, en donde el wall of death se transforma en el centro de atención, cediendo el protagonismo a los fans y restándole algo de notoriedad a la pieza musical. ‘Strike of the Best’ fue clara muestra del porqué, Exodus y otras tantas bandas del género, tienen a los bangers chilenos en lo más alto de sus preferencias.

 

Tras un breve receso en donde muchos creyeron que el show culminaría, Hunting volvió a sentarse frente a los tarros para continuar con ‘Metal Command’ y volver a dar inicio al mosh. Luego de ello, los fanáticos, aún en llamas, corearon a todo pulmón ‘Piranha’ corte que no estaba incluido en el set, pero debido a la exacerbación con la que se pidió, Exodus accedió a entregar sus últimas balas para poner un cierre redondo a la jornada.

 

Cuatro bandas de peso, tres provenientes de afuera y que son cimiento absoluto de una
escuela que, de vieja, tiene solo el apodo. La vigencia y energía parecieran no acabarse nunca en bandas que, ya poseen más de 30 años de carrera en sus cuerpos. Hacer thrash no es complejo desde un punto de vista compositivo. Lo difícil es mantener el training y prevalecer. Sobre ello, pueden consultarle a Hirax, Exodus y At War.

 

Texto: Bastián Gómez
Fotografía: Antonia Bisso